10 marzo 2007

Uno mismo


Érase una vez un hombre que tenía la curiosa facultad de decidir con qué soñar por las noches. Pensaba en cualquier tema y su subconsciente se programaba de tal manera que, al dormirse, soñaba con lo que él hubiera decidido.
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A veces decidía soñar con volar y, al cerrar los ojos, ya surcaba el aire como un fenix; otras veces, pedía ser un actor célebre y soñaba que ganaba un certamen internacional; decidía ser Napoleón y en cuanto conciliaba el sueño ya dirigía las tropas en Waterloo.
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En cierta ocasión quiso soñar que era él mismo para comprobar cómo era ese sueño, y así lo pidió a su subconsciente.
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Esa noche... no durmio.
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FERNANDO TRÍAS DE BES
Cuentos absurdos

07 marzo 2007

Me detengo en las miradas


Hay miradas que duran apenas un instante y lo congelan todo. Es tan fugaz e intenso que detiene el tiempo y borra el espacio dejando a dos personas desnudas frente a frente. Con la mirada limpia y sincera, llena de curiosidad y quizás deseo. Muda conversación de dos personas que anhelan algo. Entonces todo se rompe y el instante infinito se detiene. Intentas rehacer tu tarea pero el magnetismo es impresionante y no puedes evitar volver a buscar esa luz. Nuevamente la puerta se abre y el infinito aborda cada molecula de tu ser. Penetras en su retina evadiendo torbellinos de color e ilusión, de llanto y alegrías, de tiempo y de rencor. Es tan poderoso lo que encuentras que sería capaz de manejar el magma a su antojo. Sobreponiendo capas sobre capas, destruyendo y creando, regalando una oportunidad a la vida. Deseas que el silencio se rompa pero no son necesarias las palabras. Mudo lenguaje de miradas que expresan el deseo más profundo de tu alma. Deseas que el tiempo helado se rompa en mil pedazos, deje de existir y que ese instante no termine nunca. Mudo silencio cuando lo imposible se hace posible. Me detengo en las miradas porque entre sueño y sueño perdi de vista tu mirada.

05 marzo 2007

02 marzo 2007

Sueño de Melania


Yo iba por la nieve, creo, en un carro arrastrado caballos. La luz era ya solo un punto; me parecía que se acercaba. La Tierra se había salido de la órbita y nos alejabamos más y más del Sol. Pensé: "es la vida que se apaga"... Cuando desperté, mi cuerpo estaba helado. Pero hallé consuelo porque un piadoso cuidaba de mi cadaver.
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GASTÓN PADILLA
Memorias de un prescindible