08 enero 2010

Cuando los monstruos querían comernos


Arrastrame. Devuelveme de allí de donde fui expulsado. Trae de vuelta aquel niño risueño y despreocupado. Aquella inocencia innata e única, irrepetible quizás, revoltosa a veces, pero mágica cuanto más. Déjame revivir aquellas aleatorias tardes corriendo en un parque o pegado a la tele descubriendo un sinfín de mundos dentro de una simple serie de dibujos animados. Aquella sensación única de descubrir que tras un folio en blanco se esconde la mas infitinita de las ideas todas pendientes de tu primer trazo. Todas posibles y secretas a la vez. ¿Quien estuvo allí y se perdió para siempre? ¿Acaso me deje algo por descubrir? ¿Acaso no puedo usar mi goma de borrar y volver atrás...? No, allí sigue la mancha. La impureza. Ya se ha perdido el infinito, el blanco. La incompresion. ¿de un niño quizás? ¿o ya éramos mucho más? ¿no hemos sido siempre subestimados? Aquellos profesores. Alquel grito con rencor. Aquella mirada. Aquella indiferencia. Aquella sonrisa, radiante. Aquella peonza que nunca llego a rodar salvo en tu imaginación. Me cuesta imaginar lo libres que éramos. A pesar de los castigos. Los limites. Las verjas. Los miedos. Aquellas sombras que nos persiguieron siempre quedaran ahí. El hombre del saco, la muerte y su guillotina, los payasos y el muñeco diabolico, aquel monstruo que amenazaba con comernos. Nuestra burbuja se veia rapidamente amenazada ante nuestra ingenuidad pero al final nada de esto importaba porque todo se arreglaba entrando en nuestra cama y recibiendo el beso protector de nuestros padres. Refugiandonos en aquel cine de sabanas blancas. Déjame volver. Éramos los niños del mañana y ahora somos los niños del ayer.

01 enero 2010

Despedida a Zulueta


Acaso despierta el año y me pregunto si no fue todo un mal sueño, si acaso es posible que despierte una nueva década con tu ausencia. Vacío imposible de llenar es aquel que dejas marchandote en silencio. Vacío imposible de siquiera nombrar tras tantos años en silencio proyectando una sombra tan larga que a todos los que ha tocado les ha dejado marcado con tus sueños y obsesiones. Con tus pesadillas y tu condena. De como tu mismo te heriste de muerte al escribir tu propio sino. Tu mayor creación escrita y grabada con tu propia sangre y que como un vampiro te ha drenado la vida. Que arrebato el tuyo que nos dejo a todos sin aliento como un golpe seco en una noche febril. Hoy me pregunto si realmente fue todo cierto y llegaste a existir. Me pregunto qué más nos habrías mostrado décadas después de aquel grito ensordecedor si tus oídos hubiesen dejado de sangrar a causa del estruento y el pozo al que caíste. Hoy Ivan Zulueta ya no formas parte de la realidad y regresas al imaginario de los sueños. No hay manera de agradecer que nos dejaras acercarnos a ti.