10 octubre 2007

Misery Road: Capitulo IV


En sus ojos muertos aun puedo ver un atisbo de odio. Pobre miserable. Espero que esto te enseñe que no se puede pasear por Misery Road con un maletín obsceno de dinero. Me dais asco malditos "Yuppies", ¿que coño hacia este mocoso con tanto dinero? Bueno pocas respuestas me puedes dar ya capullo. Es increíble como todos caéis con esta zorra. Mírala. Indiferente, continua viendo esa mierda de película. Como si no hubiera pasado nada. Una autentica zorra.

- Sophia, ayúdame a bajar a este tío.
- Paso. - Siempre lo mismo... Ahora verá. Me dirijo hacia ella y la agarro del cuello.
- ¡¡Mírame cuando te hablo!!- Su mirada se clava como una amenaza en mi. Siempre ha tenido agallas. Eso me excita. - Escúchame pequeña zorra porque no pienso repetirlo. Me vas a ayudar a bajar al capullo al sótano y vas a respetarme.
- No pienso bajarlo. Tu eres el "hombre", ¿no?.

Pequeña descarada. La empujo contra el mueble y la escupo.

- Baja abajo y prepáralo todo zorra.

Lentamente se limpia el rostro sin apartar su mirada de odio. Susurra unas palabras llenas de rencor que apenas oigo. Abre la puerta del sótano y la veo desaparecer. Desearía arrancarle ahora la ropa.

Agarro al chaval de los pies. Los tiene agarrotados a causa de la parálisis. Mejor aun. Lo lanzo escaleras abajo esperando que algún golpe termine de matarlo. Recojo el maletín y cierro la puerta. No será bonito lo que viene a continuación.

No es la primera vez que tengo que descuartizar un cuerpo. ¿Cómo podría sobrevivir si no en esta carretera muerta? En el último mes solo he tenido dos clientes. De alguno nada se ha vuelto a saber. Al menos así he podido comer los últimos años. No siempre fue así, hubo tiempos mejores. Los buenos tiempos. Pero tuvieron que crear aquella autopista y abandonar esta carretera. Misery Road. Apropiado nombre. Todo lo que toca se convierte en miseria, como si algún viejo indio lleno de rencor maldijera esta tierra cuando se le fue arrebatada. Camino de proscritos, camellos de poca monta y hombres desesperados. Todo se hunde poco a poco y el olor a muerte inunda ya el asfalto. Tú tampoco estabas nada limpio verdad chaval. No, seguro que no. ¿Cómo ibas a venir por Misery Road con tanto dinero estando limpio? ¿Mataste a alguien para conseguirlo? Bueno, si es así es justo entonces que te mate yo a ti. Ya no puedes verme pero eres algo consciente. Tu serás la llave que me saque de esta jodida miseria.

- ¿Cuánto dinero hay en el maletín?- Me pregunta la pequeña intentando coger el maletín de mis manos. Con habilidad le empujo fuertemente la cabeza con la palma de mi mano.
- ¡Aparta tus manos zorra!
- ¡¿Qué coño te pasa?!- Me dirijo hacia ella amenazándola con el puño.
- No quiero que toques este maletín ¡¿Me oyes?! ¿Has terminado de preparar todo? ¿Pues lárgate de aquí!
- ¡Hijo de puta!- Sube las escaleras y cierra la puerta golpeándola con fuerza.

No confío en ella. Nunca lo he hecho. Es demasiado joven. Cuarenta años de diferencia e mucha diferencia. Estoy seguro que un día me dará el palo y se largara. No seré tan idiota de dejarme engañar. Quizás debería deshacerme ya de ella. Al menos el sexo con ella fue bueno. Pero ahora me tengo que encargar de este tío. Descuartizar no es agradable pero uno le coge práctica. Le colocó sobre la mesa. Noto un pequeño movimiento de fuerza. Tranquilo pequeño todo terminara pronto... pero no rápido. Cojo un hacha y le golpeo los huesos de las extremidades para machacarlos, termino el trabajo con una buena sierra y en unos minutos ya tengo sus piernas y brazos a mis pies. La cabeza la dejo para el final, siempre es bueno vaciar de sangre las arterias un poco para que el corte en el cuello no salte la sangre demasiado. Una vez terminado todo introduzco las partes en el gran horno calefactor que da calefacción al motel. Una vez alguien me dijo que le gustaba el olor de nuestra calefacción. Supongo que al tipo le gustaría el cerdo. Secretamente he de admitir que me gusta la sensación de frescor que me eriza la nuca después de descuartizar a una persona. ¿Será agradable hacerlo con Sophia? Mientras me limpio la sangre con una toalla escucho la voz de Sophia llamándome a gritos. Subo las escaleras y me encuentro a un hombre apuntando con una pistola a Sophia.

- ¡¿Quién coño eres?!
- Tú debes ser Larry, ¿no? Bien... ¡Quiero mi dinero, cabrón! ¿Dónde están los hijos de puta?
- ¿De qué estas hablando? ¡Bajas esa pistola de mi cara!- El tipo esta visiblemente nervioso. Nos apunta alternativamente a Sophia y a mi rostro. Le estudio. Su ropa y su cuerpo están rotos y ensangrentados, como si hubiera tenido un accidente. Pese a las heridas su aspecto le delata. Debe ser un gangster o un timador de poca monta. Calaña habitual de Misery Road.
- Entró aquí dentro como una bestia preguntándome dónde estaban los chicos del Ford rojo aparcado en la puerta. Le dije que no había ningunos chicos aquí y empezó a amenazarme con la pistola. - Me solloza Sophia.
- Tuve un accidente y esos chicos me quitaron mi maletín... ¡Y lo quiero ahora! ¡¿Dónde diablos están?!
- Sal de mi puta casa hijo de puta. Aquí no hay nadie hospedado. Ese coche es mío. ¡Sal de aquí antes de que tengas problemas!- Le grito señalándole amenazador con el dedo. Su respuesta viene acompañada de un gran estallido de su revolver. La bala pasa a pocos centímetros de mi cara y termina en la puerta del sótano.
- No me amenaces viejo. ¡Tú!, vas a tener problemas si no aparece aquí el dinero y los chicos.- El tío no vacila ante mis amenazas y yo necesito una distracción para hacerme con él.
- ¡Mátale!- Grita Sophia mirándome con odio.
- ¿Qué?- Decimos sorprendidos los dos.
- ¡El muy cabrón ha matado al chico y se quiere quedar con el dinero!
- ¿Qué? ¡Eran dos chicos no uno! Explicat.... - Era la distracción que esperaba. Lanzó todo mi peso sobre él mientras saco mi cuchillo de caza y con la otra mano le desvió la pistola. Le da tiempo a disparar perforándome una pierna, mientras le atravieso el abdomen con mi cuchillo. Siento su gemir en mi cara y puedo verle sus ojos aterrorizados. Está muy débil a causa de sus heridas pero le da tiempo a realizar otro disparo antes de que continúe atravesándole órganos con mi cuchillo. Esta vez el disparo se pierde en el suelo donde en breves segundos se desploma su cuerpo muerto.

Me resiento del disparo en la pierna y miro con asco a Sophia que en silencio se refugia tras el mostrador.

- ¡Siempre lo jodes todo zorra! ¡Lárgate de aquí!

La herida me duele como si me estuvieran metiendo miles de alfileres rociados de vinagre y pimienta. Torpe y lentamente me dirijo hacia la oficina para buscar un botiquín que me pare la hemorragia.

- Larry....

Al girarme observo a Sophia dirigiendo la pistola del gangster muerto hacia mi cabeza. La única reacción que me da tiempo a realizar antes del gran estallido es escuchar su última frase.

- Me das asco... Papa.


Concluirá...