17 mayo 2009

koyaanisqatsi


La Tierra. Terreno vasto que soporta la pisada del hombre, que sufre la mano amenazante del verdugo reincidente de sus errores. No somos conscientes, pero esta ahí. La tierra: reencarnación de la belleza pura. No lo vemos pero está ahí, con sus paraísos perdidos, con su naturaleza milagrosa. Pero el hombre ya no quiere ser consciente de su existencia. Él, que lo ha dominado todo, vive ajeno a sus actos. Perdiendo el contacto con la naturaleza. Perdiendo el equilibrio. Vida sin equilibrio. Koyaaniqatsi. 

Hemos desafiado los limites de la materia y la lógica y ahora surcan las nubes enormes ballenas de metal mientras en la tierra millones de vehículos se mueven de un lado a otro. No contento con su uso, los vehículos se convirtieron ante nuestros ojos en tanques y las ballenas metálicas en aviones de combate.... en bombarderos.... en Hiroshima.... La razón nos ha permitido desarrollar el poder de cavar la fosa del mundo, de destruirlo todo, de provocar la muerte total. ¿Cómo respondemos ante esta realidad? Con silencio. Con ajenidad. Evadiendo la responsabilidad. Las ciudades son grandes dormitorios que guardan silencio. La ciudad esta dormida. Sin vida. Muertas. Una civilización que se cae en pedazos. Cuando despierta lo hace para coger el metro, trabajar sin pausa, comer sin pausa, gastar tu dinero sin pausa, agota tu vida sin pausa. Muere... Muere... Muere cada vez más rápido... 

Caminos preconcebidos y dirigidos que no percibimos y mucho menos cuestionamos. Desde el cielo nocturno las carreteras son similares a cables que transportan luces de energia... carriles... datos de ida y vuelta... datos... energia... eso es el hombre... corriente de energia e información que se traspasa de un lado a otro dándole utilidad de producción o de consumo... pero siempre útil... Mira la ciudad bien... ¿Acaso no es similar a un gran circuito informatico lleno de bloques de luces y cables? Todo interconectado. Todo transmitiendo energía.  Nos hemos convertido en algo más (o algo menos) que en unos simples engranajes del sistema. Ahora solo somos datos. Sustituibles. Insconcientes. Como individuos nos creemos libres ya que nos otorgamos la capacidad de decidir nuestros actos. Pero ser libre dentro de una jaula no te hace ser más feliz. 

La humanidad ha perdido algo. Puedes verlo. Puedes notarlo aunque no sepas concretar qué es. Puedes sentirlo en tu pecho. Esta ahí. Estamos subidos en un enorme cohete descontrolado llamado progreso que un día estallara con todos dentro.