28 octubre 2006

Vodka Lemon


-Ponme otro vodka.
-¿Otro más? ¿También con limón?
-Si. Tan ácido que me ardan los recuerdos.
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La ventisca sopla fuerte cuando consigo abrir la puerta bloqueada por el hielo y la nieve. El paisaje es desolador, un manto blanco lo cubre todo fundiéndose en el horizonte con un cielo difuso y gris. Es tan abrumadoramente solitario y a la vez tan lleno de paz. Recorro con dificultad los pocos kilómetros que separan la fabrica con mi casa. Los inviernos en Siberia son terriblemente helados, ni las pieles curtidas de animales juntadas a las numerosas capas de ropa impiden que el frío te hiele el alma. Pese a todo no desearía estar en ningún otro lugar. Cuando llego a casa ya me he convertido en un espantapájaros congelado, intento no hacer ruido para no despertarla, pero ella me esta esperando, siempre esperando. Su beso es suave y cálido pese a que mi barba congelada choca con pequeñas estalagmitas congeladas contra su piel. Me emborracho con sus labios que me hacen entrar en calor como si hubiera bebido un botella de vodka. Enredo sus finos hilos dorados con mis manos y deseo con todas mis fuerzas que ese momento no termine nunca, que el hielo que cubre la vereda congele hasta el tiempo y poder disfrutar de su sabor eternamente.
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Abro los ojos y vuelvo a la realidad. ¿un sueño?, ¿un recuerdo?, ¿acaso no vivo una pesadilla?. El invierno en Madrid es muy distinto, no hay paz sino caos por donde quiera que vayas, y aunque las temperaturas son bajas el sol puede salir cualquier día. Se que os será difícil entender porque extraño el frío siberiano pero compreded que es difícil estar lejos de casa, es terrible estar lejos de Ella. Aquí solo tengo miradas que me odian y me desprecian, del cielo cae agua sucia en vez de la inmaculada nieve. Aquí solo tengo mi copa de vodka, con limón, para no olvidar nunca su pelo, para no olvidar nunca su sabor.