21 noviembre 2006

La Ciudad de las Desilusiones


Bienvenido a La Ciudad de las Desilusiones. Una ciudad de hormigón y acero donde el pan de cada día se cobra con sueños. La fantástica urbe del nuevo siglo. Que se nutre del individuo, se nutre de ti, y te deja a solas en la oscuridad y sus luces de neón. Donde una vez existió una extraña llamada naturaleza ahora se rigen gigantescos árboles grises con grandes ventanales. No existen parques. ¿Para qué? Los niños dejaron hace mucho de ser niños y ahora disfrutan matando mientras aprietan el botón X. Los ancianos han dejado de contar, pues la ciudad ya ha chupado de ellos hasta dejarlos sin aliento. Inclinados hacia el suelo son encerrados en cárceles donde esperan sentados a que la muerte les lleve. Hombres y mujeres mientras tanto se convierten en piezas de una maquinaria que ni siquiera entienden; con el único consuelo diario de llegar a casa y encender el televisor. Antes tenían sueños, cuando eran jóvenes. ¿pero qué somos la juventud en esta ciudad? Los jóvenes no somos más que experimentos con el objetivo sustituir a las viejas piezas que ya están agotadas. Perdemos años y años hasta que por fin somos útiles (o mas bien inútiles) y podemos formar parte de este juego. Siempre con sus normas.
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¿Es tan deprimente la situación? ¿Quién no tiene sueños? ¿Pero cuántos de ellos los conseguimos? ¿o cuántos de ellos no son seducidos por la Ciudad? Todo son barreras impuestas para evitarnos alcanzarlos, hasta que acabemos cansados y perdidos gracias a los barrotes de esta ciudad que nos oprime. Que nos educa basándonos en la competición para que luchemos los unos con los otros y ninguno salga ganando. Nos hace infelices para que de esta forma seamos más manejables, más vulnerables. En esta ciudad toda alegría es fingida o adulterada. Nadie es feliz porque el materialismo de esa felicidad inducida tiene un tiempo de caducidad, y cuando la fecha llega ves la vida que has tirado a la basura. Bienvenido a la Ciudad de las Desilusiones, apaga la luz y sumérgete en su fría oscuridad.