14 noviembre 2006

Y el despertador sonó...


Que duro es siempre volver. Volver a la frustrante realidad diaria color gris. Donde nada cambia. Donde la rutina impera. Ella que disimuladamente se cuela en nuestras vidas y las moldea poco a poco hasta que un dia reparas en ella. Pero entonces ya es tarde. Estas enredadado en su invisible tela. Poco importa que escapes, que intentes huir y que te marches un tiempo al otro borde del mundo. Simpre vuelves a ella. Y ese retorno es aun más desalentador. Reparas con más fiereza en lo monotona que se ha convertido tu vida. Reparas en las largas ataduras que una sociedad encadena a tus haceres diarios. Corre para un lado, corre para otro, pero siempre corre. Esperas que a tu regreso todo cambie, pero mientras no estas, el tiempo se congela y espera tu vuelta con afiladas uñas dispuestas a desgarrarte el alma a capas. Hoy el despertador volvió a sonar y la mañana me saludo con su frio manto grisaceo. Por cada una de mis venas corre el amargamiento de no saber si este es mi sitio, si continuo un camino correcto. Mientras me muevo al ritmo de los demás esclavos intento adivinar la salida, pero cada vez pienso más que en este juego no existen casillas de salida. Quizas sea viajar al septimo continente como en la dramática pelicula de Michael Haneke, o simplemente la respuesta este tan cerca y sea tan obvia que ni siquiera reparas en ella. Mañana volvera a sonar el despertador y decidire si moverme en una dirección o en otra. Elija lo que elija, terminaré en el mismo punto donde empecé.
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"El mundo no desaparece cuando cierro los ojos, ¿verdad?"
Ojala a veces lo hicera.